Tras el pánico a un ataque químico llegó el terror a los Tomahawk de Estados Unidos y durante varios días los ciudadanos de Damasco olvidaron la preocupación por las dramáticas escenas vividas en Moadamia, Jobar, Zamalka y Duma el 21 de agosto. Según la Inteligencia de Estados Unidos 1.429 personas, 426 de ellas niños, murieron a causa del uso de armas químicas en los ataques de esa mañana a las afueras de la capital y mientras Barack Obama recopilaba pruebas para acusar aBashar Al Assad de su uso, los habitantes de la capital acudían a internet para asesorarse sobre qué hacer en caso de un nuevo ataque de este tipo.
La ferretería Rami de la plaza Merjeh de Damasco se ha convertido en una especie de centro de peregrinación. En el escaparate se muestran tres máscaras antigás, «una italiana de 8.000 libras (28 euros al cambio actual), otra estadounidense de 23.500 (84 euros) y una española de 32.000 (114 euros), la joya de la corona por la que los clientes suspiran, pero que al escuchar el precio no pueden acceder», señala el dueño, Abu Hamza, que dice que la mayoría opta por «las mascarillas simples de papel con un filtro reforzado con carbón o por unas taiwanesas de 1.500 libras (5 euros)», opciones al alcance de todos los bolsillos en un país donde el sueldo de un funcionario medio es de 19.000 libras (68 euros).